En distintos posts y comentarios he manifestado mi admiración por Alejandro Dolina. No solo pasa el tema por el humor, no es así, sino que también sus reflexiones varias veces me han dejado pensativo.
Esto que adjunto a continuación es una parte de un comentario que Alejandro hizo en su programa radial la noche siguiente a la confirmación del doping de Diego durante el Mundial de Estados Unidos en 1994. La reflexión puede ser polémica sencillamente por Diego es polémico, pero por favor, aquellos que tengan la voluntad de leerla (aclaro que es extensa) presten especial atención a cuando Alejandro habla de aquellos que buscan ser los mejores en lo suyo. Aquellos que no buscan el cuatro, sino que aspiran al diez.
Esto que adjunto a continuación es una parte de un comentario que Alejandro hizo en su programa radial la noche siguiente a la confirmación del doping de Diego durante el Mundial de Estados Unidos en 1994. La reflexión puede ser polémica sencillamente por Diego es polémico, pero por favor, aquellos que tengan la voluntad de leerla (aclaro que es extensa) presten especial atención a cuando Alejandro habla de aquellos que buscan ser los mejores en lo suyo. Aquellos que no buscan el cuatro, sino que aspiran al diez.
Alejandro Dolina
Hoy estamos muy de indignaciones -¿No?- Es una jornada triste. Y yo hace unos minutos tuve ocasión de hacer un pequeño comentario por Canal 13 acerca de ésta desgracia de Diego Maradona; y quiero decir que si fuera solamente una desgracia futbolística, seguramente no la traería yo a colación en este programa y si fuera nada más que el comentario de un partido perdido, o de un jugador en infracción que ha quedado fuera del campeonato, bueno tampoco, porque aquí hay un equipo muy idóneo para ésto -Creo que el mejor, ustedes saben la admiración que tengo yo por Víctor Hugo Morales-. De manera que no es un comentario deportivo éste.
Pero el sueño del regreso del Diego era -para éste que habla- un sueño mucho más grande que un sueño futbolístico. Creía yo ver en el regreso de éste chico al quien he admirado tanto y he querido tanto como jugador de fútbol y también como persona. Creía yo ver en ese regreso uno de los contadísimos éxitos que el hombre tiene frente al tiempo, frente a la muerte, frente a la maldad y frente a la mezquindad. En general el tiempo siempre vence, la muerte prevalece, la mezquindad triunfa y las sencillas virtudes más tarde o más temprano, suelen quedar sepultadas. Recuerdo a Ruben Dario en esa línea, vencedor de la muerte. Vencedor del tiempo, vencedor de la maledicencia, vencedor de su propia equivocación: Volvía Diego Maradona.
Y al margen de que a uno lo ponga contento que un tipo con la 10 celeste y blanca juegue bien... había más... había más... Había ese deportista que había sido vapuleado por una sociedad hipócrita que lo señaló como un delincuente, siendo que en ese mismo círculo que lo señalaba a él como delincuente, se verificaban las mismas costumbres que le enrostraban a Diego, con una hipocresía impresionante. Ciertos periodistas, pensadores y mediocres en general, atacaron a Diego. Se pusieron parternalistas con Diego. Empezaron a darle consejos a Diego. Empezaron a negar o a lamentarse de que Diego fuera ejemplo para muchos jóvenes. Al respecto debería decir yo lo siguiente, lo he dicho otra veces pero vale decirlo ahora: Yo creo que sí es ejemplo. Es ejemplo en un país, en un mundo, pero particularmente en un país donde la aspiración de las personas es obtener un 4 para poder seguir adelante, es decir, entregar lo menos posible para recibir lo más posible. Negar la excelencia como si fuera obsesiva y demencial, para conformarse con la mediocridad que permite zafar – Como suele decirse-. En un mundo que aspira un 4, Diego era el 10. Y en ese sentido es, sigue siendo un ejemplo para los chicos. Paradigma, porque les muestra que a veces es deseable ser el mejor de todos. Y aunque no se consiga serlo, que vale la pena la lucha para ver si uno lo logra.
Ningún deportista del mundo, ningún deportista del mundo fue tan perseguido. Jugador de fútbol suspendido por un año en el ápice mismo de su carrera. Siendo el mejor de todos. Una carrera que como todos sabemos -lugar común mediante, tópico mediante: es breve-
Jorge Dorio
Hubo otro gesto, Alejandro -si me permite ahí en el medio- también en ese ápice y en el medio de esa caída, que es el haberse permitido cuando la comodidad a su vez le permitía circular tranquilo en medio del ruido y de la gloria, alzarse frente a los poderosos -equivocado o no, tampoco importa- sinó tener una opinión personal, funcionar como un hombre en medio de ésta circulación de ídolos habitualmente vacíos de discursos, de opiniones y de pasiones.
Alejandro Dolina
Así es. Tomó la posición más incómoda. Se situó en el centro mismo de la incomodidad. Muy fácil hubiera sido para él, hacer como digamos como Pelé. Hacerse amigo de los poderosos, hacerse patrocinar, marchar por las avenidas centrales de los "mangiaorejas" y no lo hizo así. No le perdonaron muchos su origen. Yo he escuchado muchas veces, durante el año de su suspensión: "¿Y qué querés con ese negrito villero?". No le perdonaron su origen. Tampoco se lo perdonaron a José Maria Gatica, a otros que desde muy, muy abajo llegaron muy arriba por su talento y sin ser alcahuetes de nadie. Ningún deportista padeció trauma semejante. Alcanzó a volver. Fue atacado. Fue empujado hacia la equivocación incluso. ¿Pero por qué?. Los medios de comunicación, el mundo éste en que vivimos, suele obligar a los luchadores quijotescos y solitarios a jugar el juego que todos juegan. Y entonces... ¿Cuál es el juego que todos juegan?. El juego de los medios de comunicación, el juego del retruque, el juego de saber que Sócrates no escribió ningún libro, el juego de no comerse las 'eses'. El juego de una cierta elegancia, y a ese juego, juegan muy bien quienes el mundo manejan. Y Diego jugó a ese juego, claro, al otro, al juego de él era muy difícil ganarle. No he visto ningún periodista que lo desafiara a hacer "jueguito", pero sí he visto periodistas que lo desafiaban a hablar, a una polémica. ¡Ah! ¡Gran cosa!... Pedirle a Diego que sea polemista, que sea culto. Bueno, por Dios...
Jorge Dorio
Si me permite Alejandro, también perdieron en ese juego justamente porque no esperaron -he insisto, esto no tiene que ver con las opiniones vertidas en cada ocasión por Diego Maradona, más allá de su posible acierto o error como si uno pudiera juzgar esto- también perdieron el punto en que no encontraron lo previsible: No encontraron la anuencia para el juego de los poderosos, no encontraron aquello que se debe esperar de un número uno.
Alejandro Dolina
No. No encontraron eso. No encontraron la complacencia, el beneplácito y la complicidad que suelen tener a veces los que llegan desde muy abajo y que encuentran cómoda, la alianza con los poderosos. No la hallaron en Diego. Bueno, a todo esto se sobrepuso Diego. ¡Y casi éste regreso, era un milagro! Era un milagro. El milagro del héroe que vuelve del infierno. Teseo rescatado de los infiernos. El novio que espera a la princesa que está triste, de Ruben... pero bueno, y entonces sucede éste episodio absurdo. Por eso mi tristeza y por eso el desengaño. No la tristeza del hincha de fútbol que dice: ¡Uh! ¡Nos sacaron el mejor!. Esa sería una tristeza chiquita. No. La tristeza de un criollo que vio como un chico de Fiorito -El mejor jugador que yo haya visto nunca- pudo sobreponerse a los miserables y ver como -para alegría de tales miserables que ahora se estarán llenando la boca con reconvenciones legalistas y cosas por el estilo- como para alegría de ellos, ese sueño se frustró. Yo estoy muy triste. He llorado, no por el fútbol -yo hace desde los 11 años que no lloro por el fútbol- lloro por una estética y por una ética que vuelve a ser pisoteada por los mediocres. Decía yo en canal 13 -quizá exagerando mis sentimientos- pero algo que es verdadero: Más deseo tenía yo de ver campeón a Diego que de ver campeón a Argentina. Y otra cosa dije también: A la hora de poner las manos sobre el fuego, el buen amigo habrá de ponerlas aun cuando sepa que es posible quemarse. Porque las manos en el fuego con la seguridad de no sufrir quemaduras las pone cualquiera. El verdadero amigo es el que pone las manos en el fuego aun cuando sabe que se va a quemar. Y si Dieguito Maradona que tantas alegrías nos ha dado, no merece que hoy nosotros pongamos las manos en el fuego aun cuando las saquemos quemadas, pues entonces yo no entiendo nada, ni de fobal, ni tampoco -lo que es peor- de la vida.
4 comentarios:
sencillamente el negro es un genio!!! la pucha que puñado de verdades
salud y buenos alimentos.
pd: soy un hombre sensible aunque no haya nacido en Flores
De Maradona no voy a opinar. De Dolina puedo decir que lo he visto, escuchado, y leido poco, pero lo poco que sé de el es que es un grande.
El tema es uno de esos para discutirlo por horas y horas, mate de por medio, claro.
Te dejo besos, Hurri. Gracias por estar siempre por allá.
Escucho casi cada noche a Dolina. La entrevista es polémica pero me pareció muy valiosa.
Sandro: Cada reflexión profunda del negro es para aplaudir. Re a la pd: Yo también
Flor: Es un grande, ya vendrán esos mates.
Ana: Me alegro de verte nuevamente, saludos.
Cyn: Debe haber sido "Crónicas del Ángel Gris". Lo leí no sé cuantas veces. Besos
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