viernes, septiembre 21, 2007

Me estás verseando

El lunes pasado, en el programa El Gen Argentino tuvo su lugar la elección entre Fangio y Diego. Durante la emisión hubieron diferentes personajes que daban su opinión sobre los protagonistas, contaban anécdotas, etc.

Todo bien. Pocas cosas hay que me agrade tanto como escuchar hablar a alguien que sabe mucho sobre un tema (cualquiera sea). Ahora, cuando me doy cuenta que ese alguien me macanea, sin necesitarlo dado que sabe en serio, echa tierra sobre todo lo demás.

Hace algunos años, Juan Fazzini en una transmisión de Fórmula Uno comentó sobre una formación del equipo Ligier, con Jacques Laffite y Jean Pierre Jabouille. En ese momento recuerdo que pensé "Jabouille nunca corrió en Ligier" pero lo tomé como un simple error, de los que tiene cualquiera, y más en una transmisión en vivo, donde se está atento a otras cosas.

Durante la emisión del lunes, en algunos momentos apareció Fazzini con anécdotas y opiniones, todo bárbaro hasta que lo agarré.

Resulta ser que al inicio del Gran Premio de Mónaco de 1950 se produjo un accidente que involucró a nueve máquinas. Fangio evitó, al llegar a la vuelta siguiente al lugar, llevarse por delante alguno de los autos por su perspicacia y su buena memoria.

La explicación de Fazzini fue la siguiente: Las máquinas estaban en llamas por el accidente y al aproximarse al lugar, Fangio conociendo el distinto color del humo cuando se quema aceite o caucho, pudo disminuir la velocidad para pasar sin verse involucrado.

Mientras lo escuchaba pensaba "me la estás dibujando... y esta no es en vivo, tuviste tiempo de pensarla mejor... me estás macaneando..."

Lo real (explicado por el mismísimo Chueco en el libro que sobre él escribió R. Carozzo y también en la película "Fangio") fue que en la vuelta siguiente al accidente venía peleando la punta con Villoresi y al estar llegando a la curva Tabac, le llamó la atención que el público no los miraba a ellos (que eran primero y segundo) sino que les daba la espalda, entonces dedujo que algo había pasado después de esa curva. En ese momento recordó una foto que le mostraron de un accidente con varias máquinas durante la década del '30 en ese lugar. Con esa imagen en la cabeza disminuyó la velocidad y alcanzó a frenar antes de meterse entre los autos que estaban enredados más adelante. Sin bajarse de su Alfetta empujó la rueda de uno de esos coches para abrirse paso y pudo seguir adelante. Terminó ganando esa carrera y fué su primer victoria en Fórmula Uno.

Ni aceite quemado, ni caucho ardiendo, ni máquinas en llamas, ni nada de lo que verseó Fazzini.

Los detalles los conozco dado que el libro que mencioné lo tengo en casa y lo sé de memoria. La película la tuve grabada hasta que arruiné el video de tanto pasarlo.

Tal vez la que hizo Fazzini es aplicable a nuestro "Gen", chamuyar para parecer que sabemos mas de lo que sabemos.

miércoles, septiembre 12, 2007

Hola, lector, cualquiera que tú seas.

Hace pocos días terminé de leer Sueños y Discursos un breve libro de don Francisco de Quevedo y Villegas.
Yo no sabía que en la antigüedad se emitían notas que “autorizaban” por así decirlo la publicación de tal o cual libro. Estas notas versificadas están insertas como pequeños prólogos en el libro, y hubo en especial una, que me provocó una piel de gallina que me debe haber durado, sin exagerar, unos diez minutos.

De doña Violante Misevea, soneto a todo lector de estos sueños en defensa y alabanza del autor

Hola, lector, cualquiera que tú seas,
Si aquestos Sueños a leer llegares
Y de la vez primera te enfadares,
Segunda, por tu vida, no los leas.
Si te tocan y acaso los afeas
Con que sueños son sueños, no repares,
Que si como aquestos son los que soñares
No pecarás, a fe, aunque en sueños creas.
Pero si no te tocan, ve volando
Y di a todas las gentes que los gusten,
Que el premio es flor que esconde un basilisco,
Y que no murmuren más de de don Francisco,
Ignorantes, ni es bien que a él se ajusten:
Durmiendo sabe él más que otros velando.

Sueños y Discursos fue publicado en 1627, y esta señora, Violante Misevea (quienquiera que haya sido) al hablarle a ese lector me estaba hablando a mí. En ese momento era como si la escuchara y no podía contener la sonrisa, sospechando lo que disfrutaría ese libro.
De modo que, como ella recomendó, no puedo hacer menos que ir volando, y decir a todas las gentes que los gusten.
Y a usted, doña Violante, bueno es decirle que trescientos ochenta años después de haber escrito esas líneas, buena sigue siendo para recomendar literatura.
Saludos

viernes, septiembre 07, 2007

Como un Stuka

Uno de los aviones mas temidos de la II Guerra Mundial fué el bombardero en picada alemán Junkers Ju 87, mas conocido como Stuka (El nombre real era Sturzkampfflugzeuge, pero la pronunciación me la imagino difícil hasta para los alemanes).

Según las numerosas descripciones que existen, los Stuka volaban en formación sobre el objetivo, y luego efectuaban un picado (como un águila) directo hacia el lugar donde arrojaban su bomba.


A su vez, estaban equipados con atronadoras sirenas que se activaban durante el picado, de modo que también generaban terror por este medio. Alguna vez alguien que los vió atacar, me refirió que daba la sensación que el avión apuntaba en forma individual a cada persona, a eso se le sumaba el efecto de las sirenas.


Ciudades y pueblos de Polonia, Bélgica y Francia los sufrieron durante la primera etapa de la guerra, luego le tocó el turno a la URSS.


Esto no es una semblanza ni un homenaje, todo lo anterior es simplemente una pantalla. Hoy me siento así. Sin atacar a nadie sin soltar bombas y sin hacer sonar sirenas.




Pero en picada

domingo, septiembre 02, 2007

Ser coreuta

Es una experiencia que, realmente, es recomendable.
Pero tiene un secreto que parece una obviedad, aunque resulta indispensable para poder hacerlo correctamente y formar parte del conjunto, porque en definitiva, de eso se trata un coro.
El coreuta tiene que aprender a cantar escuchando. Tiene que entender que no puede sobresalir ni esconderse, y ojo que no es fácil.
Yo empecé a cantar en coros en la Iglesia donde concurrimos, al principio me costaba bastante por un tema de timidez pero una vez en un ensayo, empecé a dejar de esconderme detrás de las voces que cantaban mejor y a desarrollar mi propio canto.
Hasta allí, todo en orden. Pero resulta que un sábado fuimos con algunos amigos a ver un recital de coros universitarios. Esa noche me encontré con un universo que realmente me encantó, pude escuchar y disfrutar otras variantes de aquello que yo ya previamente hacía.
Básicamente un coro está dividido en distintas voces (la denominación correcta es cuerdas) lo usual es que sean dos femeninas (sopranos y contraltos) y dos masculinas (tenores y bajos).
Dentro de las cuerdas femeninas, las sopranos llevan en la mayoría de los arreglos la melodía y son la voz mas aguda. Las contraltos son aquellas voces femeninas mas graves, acompañan con sus tonos a las sopranos y, si bien al escuchar la parte de ellas en solitario no representa gran cosa, cuando cantan ambas voces juntas se puede apreciar el complemento.
En cuanto a nosotros, los tenores tienen a su cargo los tonos mas altos y los bajos son las voces masculinas mas graves. Quienes me han enseñado siempre me dijeron que el bajo es la "base" del arreglo coral, si falta el sonido grave falta el piso.
Yo tengo voz de bajo, y aquella noche, escuchando a los coros universitarios (todos de pocos integrantes) me quedé enloquecido con esos bajos que martillaban sus tonos en negro spirituals, zambas, piezas del renacimiento, chacareras y tangos. Pero lo fundamental, era que estaba disfrutando de un conjunto, lo escuchaba y podía irme con el oído a cada cuerda, prestando atención a aquello que cantaba cada uno. Justamente porque ellos se escuchaban entre sí.
Al año siguiente empecé la facultad. Una de las primeras cosas que hice fue averiguar donde y cuando ensayaba el coro para intentar anotarme. Hablé con el director, Maestro Gustavo Giménez, y me probaron. Luego fueron dos años con ellos que disfruté, aprendí, participé de varios conciertos (conociendo otros coros) y tuve el orgullo de que cada vez que el Coro FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo) estuvo, allí estuve también. Como simple detalle, recuerdo que en un recital que dimos en el Jockey Club de Junín, nos convidaron algo de comer cuando llegamos y en ese lugar probé el mejor jamón crudo que yo recuerde.
Pero, como en todas las cosas, hay que tener tiempo para dedicarle y no faltar el respeto a quienes también los hacen. Cuando ya no pude hacerlo mas como yo quería, lo dejé de lado hasta una nueva ocasión. Pasaron muchos años, y cuando vinimos a Tierra del Fuego, el Coro de la UTN también sirvió para despuntar el vicio.
Hoy en día no puedo dejar intentar cantar las partes de bajo en cualquier cosa que esté escuchando. Si estoy con Les Luthiers (cuyo bajo Jorge Maronna es un es-pec-tá-cu-lo) focalizo en lo que él canta y lo copio mientras escucho, por ejemplo, esa brevísima belleza que es el himno de la Universidad de Wildstone. En mi anterior oficina, solía colocar al Grupo Vocal Argentino, o a los Huanca Hua y (bajito, para no molestar) cantar una y otra vez sus interpretaciones.
Por eso es que el verdadero coreuta escucha, se ubica y canta. De esa forma la unidad de las cuerdas logra conformar un todo en la obra coral. Como ejemplo contrario, cuando cantan juntos los tenores líricos (Domingo, Carreras, Pavarotti) podrán sonar bien, de hecho lo hacen, pero no son un conjunto. Se reducen a tres solistas cantando juntos.
El ideal (desde lo sonoro) que yo tengo es un cuarteto de voces masculinas. Si alguna vez puedo participar de algo así... que bueno sería.
Saludos a todos