En esta zona sigue existiendo un cierto recelo mutuo, y seguro que lo habrá por una generación mas.
Recuerdo los "ejercicios de oscurecimiento" que se realizaban hace treinta años en Capital, había que apagar todo, o al menos tapar bien las ventanas y que desde el aire no se divisaran luces.
Crecí con el mensaje que los chilenos fueron usurpando palmo a palmo lo que hoy es su territorio. Nosotros, Bolivia y Perú habíamos sido sus víctimas.
Todo estaba listo para que en la noche del 21 al 22 de diciembre de 1978 nuestras tropas ocupasen las islas en disputa. El diferendo por las islas Lennox, Picton y Nueva había sido sometido en 1971 al laudo arbitral de Su Majestad, la Reina Isabel II de Gran Bretaña (justo a los ingleses, somos unos vivos...). En 1977 resultó, obviamente, en contra nuestra y luego de un tiempo lo declaramos unilateralmente nulo.
En esos tiempos tanto en Chile como en Argentina los gobiernos eran de facto, la propaganda era belicista y el conflicto armado era la única salida viable.
Pero llegó la mediación del Papa, quien envió al Cardenal Samoré, y ambas partes aceptaron esta posibilidad, que después de muchas vueltas derivó en el tratado de paz y amistad de 1984.
Todo parece historia lisa y sencilla. Pero estábamos incluidos. Una noche iba con mis viejos y, por la zona de Floresta las barreras estaban bajas. Pasaba un tren que estaba llevando soldados, colimbas que sacaban medio cuerpo por las ventanillas y saludaban a la gente. Desde todos los autos empezaron a los bocinazos, a saludar a esos chicos que estaban yendo al frente, si todo continuaba como estaba previsto muchos de ellos iban a morir en el sur.
Hay una película chilena llamada Mi mejor enemigo, que retrata en tono de comedia dramática esos días, y diría que la conclusión y escena final del filme es válida para los muchachos de ambas partes. La recomiendo.
Por estos pagos todavía se recuerda que durante el conflicto de Malvinas, desde bases chilenas se alertaba a las islas sobre los despegues desde Río Grande de los aviones argentinos. La Ruta Nacional 3 tiene dos tramos de mil metros, uno al sur y otro al norte de Río Grande, que fueron ensanchados y dotados de cabeceras para ser utilizados como aeropuertos en el caso que el de Río Grande fuese bombardeado. Yo paso cada día por uno de estos puntos al ir y venir de mi trabajo.
En ese poema de Borges que habla de aquellos jóvenes que quedaron en el suelo de Malvinas (
Juan López y John Ward) habla de
aquella división, cara a los cartógrafos y que auspiciaba las guerras. En esa división pensé hace unos cuatro años, una mañana que por mi trabajo tuve que ir con mi jefe a una instalación que había que posicionar en un plano. La imagen era muy sencilla, un campo enorme y vasto, la vista ofrecía horizonte por todos lados, un alambrado típico de cuatro hilos y no mas de un metro de alto, igualito a los que se ven a la vera de las rutas, la instalación era unos caños que surgían del suelo, pasaban por encima del alambrado y se volvían a enterrar en el campo. Algunos puntos de medición de presión, una tarima metálica con su correspondiente escalera para pasar de un lado al otro, y no mucho mas. Estábamos mi jefe y yo como únicos dos en varios kilómetros a la redonda.
Yo: Carlos, ¿por qué los caños cambian de color al pasar sobre el alambrado?
Boss: Porque del otro lado del alambrado es Chile
Yo (incrédulo): ¿Me vas a decir que este alambradito de mierda es el límite con Chile?
Boss: En este punto, si
El pasto y los arbustos eran exactamente los mismos de un lado y del otro, las aves que nos sobrevolaban iban y venían de una nación a otra. Claro, no lo sabían. Pensar que estuvimos a punto de reventarnos a tiros. Para los gobernantes de ambas partes era lo único posible. Pasó bastante tiempo pero todavía no el suficiente. Alguna vez, espero, los Andes van a ser la línea que nos una y no el muro que nos separe.