Cuando nací mis viejos vivían en el barrio de San Cristóbal. Podríamos decir que es un barrio con bastante mezcla con ellos y un leve predominio hacia nuestro lado.
Allí vivimos creo que hasta el '85 año que nos fuimos a Boedo, en pleno territorio del rival. En mi familia hay hinchas del Ciclón, varios de los conocidos que dejé allá también lo son.
Vivimos como una fiesta el descenso cuervo del '82. También el remate del Gasómetro, del que tengo muy pocos recuerdos porque, si bien no vivía lejos, no pasaba por ahí para ir a ningún lado. No por nada en especial, sino porque no me quedaba de paso.
Ellos festejaron (como es natural) cada uno de nuestros descensos.
Hace varios años, era habitual que aun siendo hinchas del equipo rival, alguien se asociara a otros clubes para poder disfrutar de las instalaciones.
Hace ya demasiados años el fútbol era una fiesta. Hoy el mas porteño de los clásicos (como alguna vez lo definió Clarín) tiene que jugarse en una cancha neutral por razones de seguridad y destinándole mas de mil efectivos policiales.
Uno entiende la pasión, de hecho yo soy de los que se alegran por las victorias propias y las derrotas cuervas, pero no puede pasar de ahí. No lo entiendo de otra forma. Vos sos rival de un club, no enemigo de sus hinchas.
Me gusta leer páginas de hinchadas, ayer estaba husmeando por esta página cuerva y me sorprendía leer en el foro (entre muchos con el cuchillo entre los dientes) a un sanlorencista, evidentemente mayor, que relataba las peleas entre hinchas cuervos y quemeros en la década del '70. Peleas que quedaban en la cancha y nada mas, y el mismo remataba: A Poli [tal vez un lider de la hinchada cuerva] y los demás los conocí porque soy de tu generación, solo que no estaba en la barra. Pero olvidate de como fueron las cosas hace treinta años porque dudo que vuelvan a ser así. Un clásico en donde de un lado estén Brindisi, Housemann y Babington y del otro Ayala, Telch y Scotta va a ser irrepetible. En todo sentido, tanto en la cancha como en las tribunas. Lo que era ir a ver esos partidos en los 70 no tiene nombre.
Así como lo define este caballero, sin dudas la rivalidad es importante, incluso necesaria diría yo. El tema es cuando ya trasciende a todos los sectores, se exacerba, y el mejor hincha rival es el hincha muerto.
La hinchada de Huracán habla de venganza para el domingo. Encima ni siquiera hace falta pelearse en la cancha, ahora el procedimiento (de acuerdo con lo visto últimamente) indica balear los colectivos que llevan a los hinchas. Y esto puede ser en cualquier lugar.
Si estos imbéciles, de ambos lados, supieran que dos quemeros como Constanza y yo podemos a través de internet jorobar con algunas cuervas como Pachu, Nadie y Marlena serían incapaces de entenderlo.
Si estos tarados se enterasen que una vez charlando con una familia conocida (tooooooodos cuervos) un tercero, hincha de otro club me entró a cargar porque estábamos en la B, y ellos (reitero, cuervos y de ir siempre al cenicero) lo miraron fiero y le dijeron con los primos nos peleamos nosotros, vos no te metás.
Pero no... como alguna vez cité a don Alejandro Al malvado no le tengo miedo, mas o menos sé que puede hacer. Al que temo es al estúpido, ese sí que es impredecible.
Esperemos que el próximo sábado Huracán - San Lorenzo sea un partido de fútbol, un clásico, un momento donde el cuore te reviente dentro del pecho. Pero por la pasión, no por un plomo nueve milímetros.